Resulta preocupante en la actualidad encontrarnos con retrocesos que atentan contra la diferencia, la diversidad, y el libre desarrollo de las personas, en este caso, de los estudiantes.
Hace aproximadamente 15 años atrás se hizo frecuente el empleo de la Tutela para casos donde los estudiantes eran expulsados de colegios y escuelas por el hecho de llevar “el pelo largo”, una abundante y libre cabellera, decisiones de los jóvenes que muy pocos padres comparten.
Con el desconcierto de muchos, las tutelas se fallaban a favor de los estudiantes, dando relevancia a una frase que se tomó los medios masivos de comunicación: “desarrollo de la libre personalidad”.
“Todos somos diferentes”, son las palabras que frecuentemente escuchamos pronunciar a profesores y directivos de las instituciones educativas. Palabras inconclusas, pues les falta agregar que en la gran mayoría de escuelas y colegios sólo se puede ser diferente cuando se deja de pertenecer a estos establecimientos.
¿Cómo podemos constatar lo anterior?
Hay un elemento importante que permite evidenciar esta situación. Nos referimos a un documento con posturas o ideologías que pueden llegar a mostrarse en contra del libre desarrollo de la personalidad. Es de vital importancia que nos remitamos a los manuales de convivencia diseñados por las instituciones educativas. En este caso, hablaremos del “Manual de Convivencia” de la Institución Educativa San Vicente, establecimiento de enseñanza de carácter público ubicado en la ciudad de Palmira.
¿Qué dice el Manual de Convivencia de esta institución?
Bajo la excusa de “portar el uniforme con dignidad” y “una presentación personal decorosa” se obliga a las estudiantes a homogeneizar su personalidad, diciéndoles que todas las alumnas deben llevar:
1.- “Uñas cortas, (…), se puede usar únicamente esmalte transparente o brillo”.
2.- “Cabello (…) sin cortes y/o tintes extravagantes”.
Lo anterior nos da argumentos para pensar que el uniforme del San Vicente, la dignidad, y el decoro, no combinan con la diferencia de las estudiantes. Obviamente muchos padres están de acuerdo con lo anterior, en otras palabras, que sus hijas sigan al pie de la letra lo impuesto por el Manual de Convivencia. Pero hay que anotar también que algunos padres de familia, así sean muy pocos, no piensan de igual manera, es decir, piensan diferente. Por tanto permiten a sus hijas usar el cabello, los aretes, y las uñas, de la manera que ellas deseen hacerlo o se sientan mejor, así no les guste tampoco a ellos. Y no por ello sus hijas dejan de ser “dignas” o personas “decorosas”. Se evidencia entonces que el Manual de Convivencia de la Institución Educativa San Vicente viola el derecho al libre desarrollo de las estudiantes.
Y hay algo más. Para este establecimiento educativo es causal de exclusión, de expulsión, el hecho de que alguna estudiante, por su “actuar en la vida”, termine en “un proceso judicial”, o “detenida por varios días”. Es necesario entonces hacernos una pregunta, ¿por qué en el San Vicente se asume que estar involucrado a un proceso judicial, o haber sido detenido, hace de las personas culpables de un delito? ¿Acaso no cabe la posibilidad de ser inocente, y haber sido víctima de una injusticia? Y aun cuando se fuese culpable, no se puede ser castigado dos veces por un mismo delito, máxime cuando las instituciones educativas deben preocuparse por brindar oportunidades a los menores de edad, y no dedicarse a castigar y señalar a las personas de manera prejuiciosa.
Es de vital importancia, en este sentido, que las instituciones educativas del municipio de Palmira reflexionen sobre el daño psicológico que pueden llegar a hacer a sus estudiantes, de la misma manera que se preocupan por la carga académica que imprimen en la vida de los adolescentes.
Obviamente lo anterior no aplica para todos los miembros de la comunidad educativa, pues sabemos de personas y profesores que se preocupan por hacer del aula de clases un espacio agradable donde se aprende, se opina, y se construye país junto con sus estudiantes.