Por: Jorge Londoño Ariza
jlk437@yahoo.es
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Definitivamente Miguel Motoa es un psicópata de la maniobra política (lo conocí estudiándolo desde afuera). Da la impresión de que un dolor latente desde el psiquismo de su infancia lo atormenta, hasta el punto de llevarlo a actuar en su vida pública como un inmaduro adolescente que se pone de víctima en aras de la ocurrencia, para sacarle partido a lo rentable de un oficio como el político; convirtiéndose en un pobrecito que merece lástima y posa de indefenso para conseguir adoración con facilidad – adoración en votos – acompañados del espectáculo de la limosna.
Un maniático quien cree que el poder es el producto lógico de la teoría sobre la evolución de las especies, admitida arbitrariamente para justificar la fuerza animal y la violencia de la actividad humana en sentimientos de dominio cabecilla; lo que los psicoanalistas han llamado: "Actitud emocional hacia el amor por el poder".
El apego por su caudillismo distorsionó lo sano de su propósito hacia lo destructivo muy pronto; tan distinto al líder desprendido en los inicios de su carrera política. Hoy se arropa en una indumentaria blanca y un kepis para disfrazar lo ultragodo que fue construyendo en su corazón y tapar el conflicto entre el antecedente y su obsesión; camuflaje que mimetiza la premeditación fachendosa que tiene lo sombrío de su ejercicio político. La intimidación laboral y los ataques a la libertad de expresión son su pasatiempo favorito.
Le molesta que alguien aspire a ejercer un liderazgo distinto al suyo; y llevado por sus celos, esa persona se le convierte en un objetivo que debe perseguir porque se cree con derecho al veto. Parece que sólo él o los de su familia pudieran aspirar. Quiere controlar personas y grupos que no cuestionen sus discursos e inclinen su cabeza con ademanes de aprobación; y quienes se atrevan a contrariarlo, provocarán su desenfreno – que como en todos los vicios – jamás lo dejará satisfecho.
Este cuadro patológico revela en el señor Motoa la alucinación que lo ha llevado a buscar el dolor para unirse a él; por eso le gustan los velorios y entierros en donde repite las retahílas que ya todos conocemos; y hasta es capaz de llorar si le toca y de andar sin dinero para presumir de desdichado a pesar de su solvencia económica. Siempre espera la presencia de un chofer espontáneo y de un acólito – que nunca le falta – que sea capaz de desprenderse "de cualquier cosa", para dejarle a un "humilde" alguna dádiva, como blanco de sus intereses electorales.
"Las personalidades narcisistas mágico – omnipotentes, pueden llegar a lo delirante y asumir roles de "dioses", hasta el punto de comportarse y hacer que sus "subditos", se comporten en ese sentido, lo que les lleva a una situación pseudoreligiosa". – ¿El Poder Corrompe? – Alfonso Sánchez Medina.
Sobre quienes asumen el papel de víctimas y hasta de sentirse odiados como sucede en el "dirigente" Motoa, el médico Sánchez Medina completa el Excel Patológico:
"También puede originarse en angustias persecutoras de la infancia ( ... ) experiencias infantiles de sometimiento (de sometidos pasan a sometedores) y depresiones negadas mediante sentimientos de triunfalismo".
"En general estos individuos sufren un trastorno severo de personalidad, hasta el punto que, abordan la psicosis (locura) o caen en ella, con apariencia de normalidad dado lo sutil del trastorno".
Esta es la explicación por la que el intenso Motoa se mortifica por imponer su dominio, sin considerar alguna norma moral que modere sus escrúpulos frente a personas que ignoran su premeditación, debido a la falta de las oportunidades académicas que él mismo ocasionó. Necesita "humildes" a quienes les destruye el odio interno – hasta llevarlos a la sordera – con sus estridencias verbales, repitiéndoles que los va a sacar de la pobreza, nada más que por el afán de mantener un poder personal.
Capaz de entretenerse jugando parqués y obligar a un anciano simpatizante suyo a esperarlo durante cuatro horas, para luego mirarlo de reojo y decirle que vuelva mañana.
El rojo lo pone paranóico pero soporta este color para esconder el utilitarista con votos de pobreza, por lo que las autoridades sanitarias y psiquiátricas, deberían diagnosticar el retiro de la actividad política al señor Miguel Motoa, para evitar un daño irremediable, ya que este estilo de política ha sido inoculado en el alienado cerebro de su hijo Carlos Fernando Motoa Solarte, causando un daño progresivo en las sanas costumbres políticas; lo que es una auténtica esquizofrenia, con graves consecuencias para la comunidad palmirana.
Esta es la explicación por la que el intenso Motoa se mortifica por imponer su dominio, sin considerar alguna norma moral que modere sus escrúpulos frente a personas que ignoran su premeditación, debido a la falta de las oportunidades académicas que él mismo ocasionó. Necesita "humildes" a quienes les destruye el odio interno – hasta llevarlos a la sordera – con sus estridencias verbales, repitiéndoles que los va a sacar de la pobreza, nada más que por el afán de mantener un poder personal.
Capaz de entretenerse jugando parqués y obligar a un anciano simpatizante suyo a esperarlo durante cuatro horas, para luego mirarlo de reojo y decirle que vuelva mañana.
El rojo lo pone paranóico pero soporta este color para esconder el utilitarista con votos de pobreza, por lo que las autoridades sanitarias y psiquiátricas, deberían diagnosticar el retiro de la actividad política al señor Miguel Motoa, para evitar un daño irremediable, ya que este estilo de política ha sido inoculado en el alienado cerebro de su hijo Carlos Fernando Motoa Solarte, causando un daño progresivo en las sanas costumbres políticas; lo que es una auténtica esquizofrenia, con graves consecuencias para la comunidad palmirana.
"Sólo basta observar las familias numerosas, donde se repiten ciertos rasgos,
ciertos gestos, ciertas entonaciones de la voz" – El Túnel, Ernesto Sábato.
ciertos gestos, ciertas entonaciones de la voz" – El Túnel, Ernesto Sábato.