Por: Jorge Londoño Ariza
Por el solo hecho de que Miguel Motoa no quiera devolver la Casa Liberal, lleva a cualquiera a sospechar que es un expoliador sin escrúpulos, que tuvo el valor majadero de declarar ante los medios de comunicación, que no la entrega.
La evidencia de que el doctor Motoa es un déspota de Cambio Radical, no es más que el argumento necesario para que los liberales sientan el derecho a que sea devuelta la casa, que es del conglomerado honradamente liberal.
El que el señor Motoa se crea el dueño de la casona, es una impostura de demócrata y al seguir diciendo que es liberal, deshonra al partido que le dio todo cuanto tiene; hasta de permitirle, que haya inscrito miembros de su movimiento Cambio Radical, para apoderarse del Directorio Liberal Municipal, como buen utilitarista de las oquedades jurídicas y llevándose por delante la normatividad electoral.
No solamente quiere la casa, sino, llenarla de falsos liberales bajo sus órdenes, buscando mantenerse en el gobierno para derrochar el presupuesto de Palmira como lo hizo siempre. Las denuncias penales en fiscalías que hoy se tramitan en su contra, le permiten a uno presumir que sólo quiere desprestigiar al liberalismo sano con su actitud de embustero, ante un aglutinamiento de víctimas de su abuso, tratándolos de humildes para someterlos bajo su brazo de puño cerrado, como tenazas que amenazan a todo el que se atreva a escribir, opinar o disentir, como lo permite la Constitución Nacional.
El señor Motoa tiene un argumento que no soporta ni el más ridículo de los análisis, cuando vocifera que en esa casa tiene una obra de beneficencia y por eso no entrega el inmueble. Es como si alguien abusivamente se apropiara de un apartamento por el sólo hecho de darle de almorzar a unos cuantos basuriegos con dineros ajenos, como si un bocado fuera la filantropía suficiente para apoderarse por la fuerza de lo ajeno, o creerse el jefe de una persona que desconoce la premeditación del opresor.
"La caridad es una máscara que le ponen a la miseria, para sacarla vestida a la calle" – Gonzalo Arango.
Lo falsamente liberal en el entrecejo del doctor Motoa y su hijo dentro de la casona, se convirtió en ultimátum. En las paredes hay letreros que exhiben el atropello: "Si no tienes un carné liberal, no tienes derecho al almuerzo". Hay fotos. Ahí se almuerza como liberal a la fuerza y se vota por Cambio Radical a la mansalva.
"Hay que erradicar de la mente de los humanos "la cultura de la pobreza", porque quien se va haciendo pobre, se acostumbra y se somete; y si se somete, estimulará la miseria que tanto "ofende" a los que la ocasionaron. El servilismo embrutece, a uno porque lo subyuga y al otro porque lo vuelve arbitrario". La Teoría del Eslabón Encontrado – Jorge Londoño Ariza.
Lo que deja en claro que en ese directorio los almuerzos no son un servicio de beneficencia, sino un negocio por el que las autoridades penales y contenciosas, deberían averiguar de donde proceden esos dineros y qué trato les están dando.
Los liberales esperan que cuando termine el litigio y recuperen la Casa Liberal, el doctor Motoa no se vaya a robar los cuadros de los eminentes del partido, ni el bronce de Gaitán para venderlo por kilos, porque la pelea por el rancho será jurídicamente; no como hizo el señor Motoa, quien se apoderó de la casa por las vías de hecho, aunque también es cierto que políticamente hablando – y en casos muy específicos – son legítimas las vías de hecho cuando es evidente la injusticia.
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A un alcalde de una población del Perú lo mataron a garrote porque no quiso abandonar el cargo, después de una semana en que el pueblo aglutinado en la plaza principal le pedió a gritos la renuncia. En todo espíritu democrático el pueblo es el prócer. "El rey no es soberano... resuena, y los que sufren bendicen su pasión", reza en la II estrofa de nuestro Himno Nacional.
El doctor Motoa se quiere quedar con la casa cuando debería estar preso. Al no ser que tenga razón una allegada suya, quien hace de tahúr los fines de semana en los casinos de la ciudad – vox pópuli – cuando asevera con dos whiskys entre el busto y la joroba: "Que Miguel Motoa es un dios, el putas, que todo lo tiene arreglado en las fiscalías y juzgados"; aseveración coincidente con los apologistas del politiquero en los tertuliaderos de Palmira.
El doctor Motoa se quiere quedar con la casa cuando debería estar preso. Al no ser que tenga razón una allegada suya, quien hace de tahúr los fines de semana en los casinos de la ciudad – vox pópuli – cuando asevera con dos whiskys entre el busto y la joroba: "Que Miguel Motoa es un dios, el putas, que todo lo tiene arreglado en las fiscalías y juzgados"; aseveración coincidente con los apologistas del politiquero en los tertuliaderos de Palmira.
Dicen que en el tercer whisky, a la señora de marras se le escucha venir desde las tinieblas del cerebro: ¡A Miguel no le gana nadie, porque Miguel tiene un pacto con Satanás y eso lo hace invencible!...
Palmira, marzo de 2007.