jueves, enero 11, 2007

LA HUMILLACIÓN


Por: Jorge Londoño Ariza
Periodista

Que la familia Motoa-Solarte ha humillado a algunos periodistas con su dinero durante mucho tiempo, es una verdad suficientemente demostrable. Al decir dinero, digo de la explotación a la necesidad de algunos comunicadores que no han podido salir de los círculos de ese clan. Y al decir dinero, hablo de lo injusto, en aprovechamiento de una necesidad de trabajo a que todo humano tiene derecho. Y los han presionado para que digan en los medios lo que ellos han querido decir y esconder lo que han querido esconder. Todo, con los dineros del municipio ejerciendo el poder, porque son incapaces de gastar un peso de los suyos. Pero cuando estos periodistas asumen una posición de mínimo desacuerdo, han sido marginados; como si se sintieran con derecho a llamarlos desagradecidos por haberles calmado alguna necesidad; como si esa autonomía fuera exclusivamente de ellos, como si sólo ellos tuvieran derecho a una celebración, a una propiedad, a la educación de sus hijos, a la recreación familiar, las idas al mar y a los paseos por el exterior. Afortunadamente, en algunos casos, no ha habido necesidad de ellos para tener estas cosas; ellos que lo hacen con los impuestos de los palmiranos. Y han humillado tanto a algunos periodistas, que muchos de ellos después de haberles servido muchísimos años, viven en la mediana pobreza. No conozco en Palmira el primer periodista rico por “lamber”. Escucho de ellos los lamentos del maltrato, pero no se levantan. No ha habido apoyo comercial suficiente para que los medios estén a la estatura que la ciudad se merece. Los Motoa-Solarte han sido utilitaristas inescrupulosos que les gusta ver a los periodistas con necesidades para manosearlos, afortunadamente no todo es así. Han sido enemigos de la inteligencia y de la cultura, les molesta la individualidad de las personas, les fastidia que no estén sujetos a ellos, les incomoda este artículo, les molesta el carácter firme, les mortifica la dignidad del otro, se creen familia con privilegios, les aburre que denunciemos la corrupción en sus gobiernos, les preocupa que haya maestros del periodismo. Son capaces de escupir un poema, de atormentar para presumir de consolar, les ofende que los demás beban el mejor vino, se llenan de envidia por el automóvil de quienes lo han logrado con la superación; les molesta que alguien piense en asegurar el dinero para su vejez, como lo hacen ellos con los dineros del Estado. Afortunadamente hay una publicación independiente para decirlo. Sólo ellos pueden hacer política, sólo ellos pueden aspirar. Afortunadamente no hemos necesitado de ellos para ser felices. Providencialmente, hay un grupo que jamás seremos los periodistas sumisos, no caeremos en sus redes, no nos prestaremos jamás.