A mis lectores:
Mirar al pasado y rescatar algún escrito publicado en un diario, termina por convencernos, que la vida útil del texto no trasciende las 24 horas.
En mayo de 1999 (hace 7 años) fue publicado “EL DERECHO A LA UTOPÍA”, de la cual rescato - entre otras – la frase: “pensar es descubrir”.
Cuánto nos falta a los palmiranos por descubrir, arriesgar y proponer.
Mirar al pasado y rescatar algún escrito publicado en un diario, termina por convencernos, que la vida útil del texto no trasciende las 24 horas.
En mayo de 1999 (hace 7 años) fue publicado “EL DERECHO A LA UTOPÍA”, de la cual rescato - entre otras – la frase: “pensar es descubrir”.
Cuánto nos falta a los palmiranos por descubrir, arriesgar y proponer.
"EL DERECHO A LA UTOPÍA"
POR: CARLOS ALBERTO FRANCO S.
francodemalatesta@yahoo.com
francodemalatesta@gmail.com
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francodemalatesta@gmail.com
Finalizando el milenio y adportas de ingresar a la era de la informática y el conocimiento, preocupa que hayamos perdido el derecho a soñar con la utopía, el deber irrenunciable a construirla, modificando ese entorno presente de pesimismo en el cual viene atribuladamente moviéndose la sociedad, en medio de una crisis evidente de líderes, que propongan sueños que trasciendan esa realidad chata, vacua, obvia y en crisis. La Utopía como la relata Darío Botero Uribe, “Es la distancia entre la racionalidad dominante, gastada y castrante y una racionalidad previsible, que posibilita un pensamiento y una acción más ricos, más comprensivos y gratificantes (…). La imaginación es la distancia que separa esa realidad dominante de la realidad posible (…). El pensar implica una perspectiva utopista, ya que pensar, en estricto sentido, es fundar nuevas posibilidades, nuevas proyecciones, buscar nuevos paradigmas, es descubrir enfoques no cifrados. Pensar es descubrir. La Utopía es la autoconfesión de que la verdad es inalcanzable, es la posibilidad de formular propuestas abiertas, rehuyendo los dogmas. Es además, la búsqueda sin término de la armonía, del equilibrio con la conciencia, recomenzando siempre la tarea, reconociendo que no hemos hecho todo lo que debimos hacer”.
Yo agregaría que la utopía es el mundo de quienes piensan que todo lo que existe, la naturaleza, el amor; el trabajo… tienen una exigencia de belleza. Ella es el reconocimiento de que la vida humana es incompleta, que el esfuerzo de una vida en alcanzarlo, finalmente si lo logramos, palpamos su relatividad, falencia e incompletud. El profesor universitario, a quien he aludido, nos expresa con claridad y contundencia: “La utopía entiende la vida humana como una recreación indefinida, como una invención de símbolos, de caracteres, de proyecciones, de miradas, de formas de vida. Nada hay establecido definitivamente. Todo puede ser pensado, recreado; todo lo que nos asedia, nos limita, no merece existir y puede ser cambiado. Hay que vivir con la imaginación del poeta; debemos preguntarnos si el sentido convencional de “realidad” merece la pena mantenerse. No debemos otorgarle a la realidad ninguna consistencia; tenemos que ser en exceso críticos; sólo merece el concepto de realidad una situación bella y gratificante, subvirtiendo aquella realidad fea y oprobiosa. La vida no puede ser soportada sino como ficción, como posibilidad, como renovación, como “superación \ negación” y nueva afirmación”.
Pensemos que la utopía es la apertura del camino para la búsqueda, un camino sembrado con humor; con alegría, con pasión y con belleza, un camino en el cual lucharemos contra todas las formas de alienación, ignorancia y brutalidad y orientada a obtener conciencia, belleza y goce. Si la libertad de crear, inventar, rehacer, imaginar posibles… es la Utopía, debemos afirmar la libertad y ensancharla, pues podemos vivir como siervos de un mundo dado (realismo) o como inventores de otros mundos posibles (utopistas).
En la formulación del Plan de Ordenamiento Territorial P.O.T. nos hemos aproximado a una definición de la Misión que corresponde a nuestro municipio. ¿Cumplirá ella con los principios “utopistas” que he visualizado?: “Ordenaremos física y espacialmente el territorio municipal, para consolidar las vocaciones y tendencias naturales del municipio de Palmira, hacia mayores logros tecnológicos, económicos, sociales, culturales y ambientales de sus habitantes; apoyaremos el desarrollo de las actividades agrícolas sostenibles para el abastecimiento alimentario; consolidaremos el Distrito Aeroportuario e Industrial de Palmaseca y la constitución de una Zona Franca Turística; estimularemos otras zonas de actividad industrial, comercial y de servicios desconcentradas, orientando el futuro desarrollo de áreas de expansión urbana y rural con desarrollos habitacionales controlados e implantaremos planes y programas educativos de alta calidad académica e investigativa, orientados a la racional explotación de los recursos humanos, naturales y paisajísticos, usando las ventajas comparativas y competitivas del municipio más fértil de Colombia” (hasta aquí nuestra misión).
O diremos mejor, con el poeta Juan Ramón Jiménez: “¡Ya está todo! Y los ojos se vuelven, tristemente / buscando no sé qué, que no está con nosotros / algo que no hemos visto / y que no ha sido nuestro, / pero que es nuestro porque pudo serlo!”.
Soñar difícilmente concuerda con ver: quien sueña con demasiada libertad pierde la mirada, pero quien dibuja demasiado bien lo que ve, pierde los sueños.
Palmira enero de 2007.
En la formulación del Plan de Ordenamiento Territorial P.O.T. nos hemos aproximado a una definición de la Misión que corresponde a nuestro municipio. ¿Cumplirá ella con los principios “utopistas” que he visualizado?: “Ordenaremos física y espacialmente el territorio municipal, para consolidar las vocaciones y tendencias naturales del municipio de Palmira, hacia mayores logros tecnológicos, económicos, sociales, culturales y ambientales de sus habitantes; apoyaremos el desarrollo de las actividades agrícolas sostenibles para el abastecimiento alimentario; consolidaremos el Distrito Aeroportuario e Industrial de Palmaseca y la constitución de una Zona Franca Turística; estimularemos otras zonas de actividad industrial, comercial y de servicios desconcentradas, orientando el futuro desarrollo de áreas de expansión urbana y rural con desarrollos habitacionales controlados e implantaremos planes y programas educativos de alta calidad académica e investigativa, orientados a la racional explotación de los recursos humanos, naturales y paisajísticos, usando las ventajas comparativas y competitivas del municipio más fértil de Colombia” (hasta aquí nuestra misión).
O diremos mejor, con el poeta Juan Ramón Jiménez: “¡Ya está todo! Y los ojos se vuelven, tristemente / buscando no sé qué, que no está con nosotros / algo que no hemos visto / y que no ha sido nuestro, / pero que es nuestro porque pudo serlo!”.
Soñar difícilmente concuerda con ver: quien sueña con demasiada libertad pierde la mirada, pero quien dibuja demasiado bien lo que ve, pierde los sueños.
Palmira enero de 2007.